viernes, 20 de junio de 2008

Summer Edition - CAPÍTULO 2

Me había perdido, pero me daba absolutamente igual. Aparqué mi bici apoyada sobre un árbol de enorme tronco que había cerca y me senté al pie de otro que quedaba enfrente en el claro del bosque.
Una vez tuve mi culo bien puesto en el suelo, abrí la riñonera y saqué uno de los petas que me había traído. Me congratulé de haber traído mechero, pues solía olvidarme de él en casa y siempre tenía que pedírselo a Nicole o a algún viandante fumador que se sorprendía de ver tal gañardo.
Recosté mi espalda en el tronco del árbol y encendí el porro de hierba con toda la parsimonia que me permitió el momentazo.
Fumé con todo el placer del mundo: calada a calada aspiraba un pedacito de mundo y, a mitad del canuto ya me sentía capaz de abarcar en mis brazos toda una galaxia entera.
Entonces tuve la extraña sensación de que la tierra se abría bajo mis nalgas. Al principio pensé que se trataba solo de una sensación, causada por el ciego que acarreaba, pero a medida que la presión bajo mi persona aumentaba, me di cuenta de que algo estaba sucediendo en el suelo.
Me levanté de donde me había sentado algo sobresaltada. Por lo que parecía, me había acomodado sobre la madriguera de un topo que ahora sacaba su pequeña cabecita por el agujero donde antes habían estado mis glúteos.
En ese momento, el topo me pareció el animal más gracioso del mundo. Si al salir de su madriguera, se hubiera metido dentro de mi persona por el recto, ya no me hubiera resultado tan gracioso.
Empecé a mirar al pequeño topo desde todos los ángulos posibles: por la izquierda, por la derecha, por encima… cómo si tratará de archivar en mi memoria el momento en el que “casi” soy empalada por ese animalito.
Me imaginé con las patitas del bicho saliendo por mi trasero pataleando y, a mí sobre la bicicleta tratando de acelerar de camino al hospital de urgencias sin poder sentarme en el sillín.
La imagen me pareció tan cómica que me dio un ataque de risa y tuve que sostenerme en algún árbol cercano…
Pero iba fumada y mis condiciones físicas no estaban al cien por cien, así que intentando alcanzar a tientas con mi mano el tronco que tenía detrás, me tropecé y me caí, sirviéndome las raíces del árbol, de duro y contundente cojín.
Entonces alcé la vista y pude ver que en la corteza del tronco se dibujaba una cara que culminaba en un pelo desordenado y eléctrico formado del amasijo de hojas verdes que se hallaban en las ramas.
-Levántate- dijo el ent de voz profunda.
Y me levanté, sin parecerme raro que un puto árbol me hablara.
-Mira hacía allí- ordenó el extraño ser del reino de la flora…
Me pareció cómo que movía una de sus ramas más bajas, como si me estuviera indicando algo. Me froté los ojos con los puños diciéndome “tía, que estás escuchando a un puto vegetal parlante!”
Al abrir los ojos de nuevo, descubrí que allí, en aquella corteza de árbol marrón y fría, no había ninguna forma de cara. Todo había sido obra de mi imaginación… y de los estupefacientes.
Lo que sí era real, era el hecho de que las ramas más bajas parecían apuntar hacía una misma dirección.
Miré hacia donde me marcaban. El claro de bosque se abría como en un caminito forjado de maleza y hierbajos. Unas enredaderas al final del trayecto cerraban el paso a la vista, así que me acerqué para apartarlas y ver que había detrás.
Desde que era pequeña he sido empujada a situaciones más que difíciles por culpa de mi curiosidad y, esta no prometía ser menos severa.
Al poner la mano sobre las lianas de la parra para apartarla, noté que algo sólido se alzaba tras la enredadera...
Metí la mano entre los arbustos y noté que había una superficie lisa y fría al otro lado, como si de un muro se tratara.
Con ansia, empecé a arrancar y apartar todas las enredaderas que cubrían el muro que acaba de notar y allí apareció: una piedra grisácea que formaba parte de una pared.
Seguí la estructura para hacerme una idea del basto espacio que esta ocupaba. Pasé unos minutos tocando los hierbajos por encima para saber por donde seguía el muro su trayectoria y que ocultaba en su interior. Los árboles eran altos alrededor de todo el perímetro que estaba siguiendo, así que no podía ver cuan alto era el obstáculo al que me enfrentaba.
Apoyé mis dos manos sobre la superficie rocosa y, como una mentalista que siente el poder de las piedras, me puse a pensar lo que mi cabeza me permitía por la fumada que llevaba.
Sí, me subiría a un árbol decente de los que había alrededor y así averiguaría lo que se escondía tras aquellas paredes.

5 comentarios:

Mademoiselle Fox dijo...

Ale, queridos y queridas.
Ahí tenéis letra para rato... espero no aburríros, la inspiración escasea por estos lares... No sé, el verano, el calor... dejadme vuestro comentarios, que me hacen muy feliz :D (y a ver si así se me enciende la puta bombillita del seso)

Anónimo dijo...

yo quiero fumar esa hierba...

qué paranoia de capítulo no?

Kalitro dijo...

Su esfuerzo por utilizar sinónimos y no repetir palabras es encomiable.

La historia parece bien estructurada y es interesante.

Bravo.

Mademoiselle Fox dijo...

Alentadme amados y amadas míos y mías. Sin vuestro apoyo no me sale lo de escribir :(
(Os quiero)

soulreaverphotography dijo...

lolita que ya me enganche a tu historia. Creo que habia leido cosas tuyas antes bastante buenas, pero yo soy bastante disperso con el internet. Este me lo zampo completo. No se si es cuento cuento o tiene parte o es completamete ralidad, pero que te puedo decir, en mi cabeza tu eres la protagonista jajaja
besotes