sábado, 28 de junio de 2008

Summer Edition - CAPÍTULO 4

-Bien ¿a dónde te llevo?- me preguntó el desconocido.
-Pues, la verdad es que paso de hospitales…- dije mirándome las heridas - son sólo rasguños…
-Sí, no parece grave, ponte el cinturón
-Llévame a la calle Joc de la Bola…- aclaré
Inocente de mí, acababa de decirle a un tío que ni siquiera conocía, dónde vivía…
-No soy de por aquí.
-Ok forastero… yo te guiaré- dije pese a lo poco segura que estaba de lo que hacía.
La sensación de velocidad que me daba aquel coche, empezaba a marearme… Empecé a ver el panorama borroso. Me dolía la cabeza, todo me daba vueltas y me puse a salivar como un animal… Cada cien metros recorridos, me atacaban arcadas y me sentía más cerca del otro mundo que de este… Intenté hablar pero no me salieron las palabras.
Cerré los ojos para no desmayarme en aquella situación…
Pero cuando los abrí el paisaje había cambiado: todo parecía brillante, bañado por el sol del atardecer. Casas adosadas idénticas a lado y lado del camino, césped verde a modo de jardincito delante de cada puerta, farolillos encendidos como si de titilantes estrellas se trataran.
Era un lugar idílico y me quedé maravillada sin saber que decir, ni que hacer. Parecía uno de aquellos escenarios peliculeros de Alabama como los que se veían en Big Fish o en Forrest Gump. No era capaz de pensar, ni siquiera me era posible preguntarme a mi misma donde estaba.
Hice un esfuerzo ridículo por pensar, pero la luz que se reflejaba en las fachadas de las blancas casas me deslumbraba y me atontaba a la par…
El cráneo me latía y me daba la sensación de que la cabeza me iba a explotar… “No quiero vomitar aquí, no quiero vomitar en este Civic”, era lo único que mi cerebro acertaba a procesar.
Me coloqué el dedo índice respectivo a cada mano, en las sienes, presionando para que, dado el caso de explosión cefálica, mis pobres sesos no se esparcieran por aquel carro de dos cientos caballos.
El dolor no cesaba, así que aproveché los dedos anulares que me quedaban libres para presionarme los párpados, pues las cuencas de los ojos eran otro orificio por el que mis trocitos de cerebro podrían encontrar otra vía de salida con el objetivo de impactar contra la luna delantera del Honda.
-Oye ¿qué haces? ¿Seguro que estás bien?
Se hizo un silencio incómodo y el motor paró de rugir. Al no sentir la velocidad y notar el aire acondicionado fresquito me sentí mejor…
- ¿Dónde estamos?- pregunté – ¿Y las casitas blancas?
Cómo por arte de magia, en un abrir y cerrar de ojos nunca mejor dicho, las casitas blancas habían desaparecido del paisaje. Volvíamos a estar en Lleida. Lo sabía por el color de las cosas y porque, a pesar de no saber ubicarme muy bien (mi sentido de la orientación siempre ha sido pésimo…), sí sabía reconocer el olor y el aire de mi ciudad.
-¿Qué casas blancas?- preguntó mi misterioso acompañante…
“¿Qué casas blancas?” me pregunté yo también para mis adentros… Volvió a hacerse el silencio.
-¿Cómo te llamas?
-Amalia… - mentí
-Pues Amalia… creo que te has quedado dormida en mi coche y además me has llenado el cinturón de babas- me increpó.
-Perdona, lo siento- me disculpé intentando limpiar con el cuello de mi camiseta el cinturón que quedaba justo al lado de mi comisura derecha.
Me sentí ridícula. La situación era demasiado extraña para mí, así que decidí acabar con la tontería y marcharme de aquel coche con elegancia mientras me fuera posible…
-Mira chico, muchas gracias por querer llevarme y todo eso pero, estoy bien y creo que prefiero irme a pie a casa.
Entonces desabroché el cinturón del asiento y ZAS!
Un punto de la camiseta debía haberse enganchado en alguna punta de plástico del cierre del cinturón.
Cómo no llevaba sujetador, un pequeño pezón rosado asomó por la brecha que se acababa de abrir en mi indumentaria.
El desconocido del Honda giró la cara hacía el otro lado.
-Oh, mierda, perdón, soy una patosa- dije mientras me cubría con un asombro mayor que si hubiera aparecido un dinosaurio en medio de la carretera- Creo que no voy a poder caminar hasta casa así…

6 comentarios:

Mademoiselle Fox dijo...

En qué aprieto me he metido...
Pecadores, pecadoras... me he tatuado.

Anónimo dijo...

giró la cabeza?? vaya, todo un caballero.. pero yo todavía no me fio de el..

Anónimo dijo...

Me gusta el coche de este tio, espero que la señora protagonista no le tire mas babas ni se maree mas... Vaya viaje astral por lerida y las casitas adosadas...

Kalitro dijo...

¿En serio te ha pasado muchas veces lo de la camisa?

Anónimo dijo...

Jajjajaja, que bueno lo de la camiseta!!!

Alstan dijo...

Lois Griffin: Que palabra más fea... PEZÓN.

Lol, tatuaje, habra que vel·lo