lunes, 31 de marzo de 2008

MAX - Capítulo 1

-Vamos nena, son las siete y media de la mañana ya…- dijo una voz masculina.
-Papa, me da igual…- me quejé- Como me voy a levantar a las siete y media viviendo al lado del colegio y empezando a las nueve…
-Como tu quieras…- se rindió- Que desagradable eres por las mañanas…
Sí, he de decir que no es el buen humor matutino lo que me caracteriza. Me quedé en la cama una hora más, para desgracia mía, pues tendría que salir luego escopeteada.
Ya era lunes y había que volver a clase.
Me daba un palo terrible, así que sin pensármelo dos veces y profiriendo un sonoro “mierda”, fui desplazándome por la casa con la cara de un zombie y los pies helados por el contacto con el suelo. Mis pasos eran rápidos y el recorrido automático: de mi habitación al baño, del baño a mi habitación y de mi habitación a la cocina, de modo intuitivo y con los parpados pegados todavía.
Abrí la nevera, le robé un trozo de chocolate a mi hermana y me marché de casa. En una mano llevaba la carpeta, a la espalda mi mochila, los cordones desatados y en la mano libre, el trozo de chocolate que, como aún no hacía calor, seguía sin derretírseme y sin pringarme los dedos.
Entré al edificio por la puerta trasera, pues por allí no entraba nadie más que los que trabajaban en la cantina del colegio y, me gustaba saludarles a ellos.
Subí por las escaleras sin saber a que clase me tocaba. Cuando iba a sacar la agenda para mirar en que aula estaban mis compañeros, me encontré con Pablo que me abrió un párpado:
-Laura tía, que ya son las nueve…
-Si estoy despierta, no lo ves, mira, mira como abro los ojos- le dije mientras exageraba expandiendo mis globos oculares al máximo.
Pablo me llevo a la clase de la mano. Nos sentamos separados (pues los profesores no nos dejaban sentar juntos) y una vez aposentado mi culo, me fijé en que había un alumno nuevo al que el profesor estaba presentando:
-Bueno chicos, él es Max. Habla vuestro idioma, así que no creo que tengáis problemas para comunicaros.
Max era un chico guapísimo, de los que no se ven a menudo fuera de la pantalla. Era rubio rubísimo y tenía el pelo semi-largo-semi-corto y ondulado. Iba vestido, pero bajo las ropas se intuía un cuerpo de escándalo: unos brazos fuertes, unas piernas fibradas, unos pectorales ni muy grandes ni pequeños…
Mientras pensaba todo esto, el chico venía hacia mi y cuando llegó a la altura de mi mesa, yo estaba perdida en mis ensoñaciones, sin darme cuenta de que me había sentado en la silla de al lado de su mochila.
“Nunca te sientes con el nuevos” pensé “ Y menos si esta así de bueno” respondió burlona una vocecita en mi interior.
-Ah, hola… Yo Laura… sí ¿Eres nuevo?- a veces soy súper tonta, pero como suele ser por las mañanas se me perdona- Sí, claro que eres nuevo, perdona, es que me he levantado hace poco y…
Intenté disculparme en vano. El chaval me ofreció una sonrisa de Brad Pitt, de esas que hacen a un hombre irresistible (aunque a mi personalmente el señor Pitt no me guste). Empezamos la clase y a la media hora ya se me cerraban los ojos… Y me dormí un rato.
Aquella mañana no había utilizado los Titti-leis y, es bien sabido por aquel que me conoce, que por las mañanas no soy persona hasta que me introduzco el Titti-lei en el oído. Era clase de química y mientras oía hablar al Monné de fondo sobre reacciones redox (reducción y oxidación) con los ojos cerrados recibí un golpecito desde mi lado izquierdo.
Abrí los ojos. Alguien me había tirado un papelito, que seguramente llevaría notita.
Levanté la cabeza para ver quien me lo había arrojado.
Pablo sonreía desde la otra punta de la clase. Abrí el papel. Como te gusta el nuevo ¿eh? Mira que lista eres que vas y te sientas con él… ¡y parecías adormilada! Anda que…
Como no me esperaba lo que iba a poner el papel, lo había abierto descaradamente en la mesa, y obviamente Max, el chico nuevo del que hablaba la notita, lo había visto y miraba hacía mí con una sonrisita interrogativa y ojos de sorpresa. Me sonrojé un poco y tiré la notita al suelo mientras le clavaba una mirada asesina a Pablo.
Sonó el timbre y salí de la clase escopeteada para esperar al cabrón de mi amigo tras la puerta. Efectivamente, salió después de mí y le pegué una colleja que, al contrario de la reacción que yo esperaba, le hizo reír.
-Tendrías que haberte visto la cara…- se descojonó
-No será que te gusta a ti…- dije para picar
Pablo se puso serio de golpe, como si le hubiera ofendido. Bueno, así aprendería a no meterse con mis situaciones comprometidas.

2 comentarios:

Kalitro dijo...

Quería decir "insulso", que no insulto.

El tono nuevo es mucho más costumbrista, parece ¿eh?

Alstan dijo...

Bueno, de momento cumples casi todo lo que prometes... salvo lo del sexo.
Pero lo compensa la reaparición de los Titti-Lei.