domingo, 16 de diciembre de 2007

PRECUELA (siempre me ha gustado esta palabra)

Todo empezó como tenía que empezar: tras la caída de Napoleón Bonaparte. Los románticos, como ciudadanos libres combatían todo orden establecido, en religión, arte y política. Reclamaban los derechos del individuo frente a la sociedad y las leyes. Estos son los que forman el romanticismo revolucionario o liberal. Su máximo exponente español es José de Espronceda.
-Foxy, ¿vas a ir mañana a la manifestación?
-Claro Brunny, hay que ir que es por una buena causa, sino ¿por qué cojones estuve yo repartiendo el fin de semana pasado putos flyers informativos? Pues para que la gente esté enterada de lo que pasa y se nos unan en la protesta.
-Aham, los flyers eran para eso… Vale, pues también me apunto.
-A ver querida, tenemos que ir a comprar tela blanca porque en casa no tengo para hacer la pancarta. También hay que ir a comprar pinturas, a poder ser, negra y roja. Para rematarlo todo y no tener que andarnos con las siempre queridas nuestras “prisas de última hora”, alguien tendría que ir a por marihuana o costo.
Miré a Brunny, pero parecía que no se daba por aludida.
-¿“Qué” de todas las cosas que tenemos que hacer, quieres hacer tu?
-Echémoslo a suertes porque la verdad que no me apetece hacer ni una cosa, ni la otra, ni la de más allá.
Brunny se ponía vaga de vez en cuando y le daba la ñoña a la hora de ponerse en marcha para llevar algo a cabo. Con este panorama, y que yo no podía hacerlo todo sola, cogí dos papelitos: en uno ponía “Pillar” y en el otro “Telas”. A lo de las pinturas iríamos juntas después de clase. Metimos los dos papelitos dentro de la gorra de Brunny y cada una sacó uno.
Abrí el papelito que estaba dobladísimo, lo leí y se lo mostré a Brunny abierto y extendido al máximo, a dos centímetros de su nariz. Ponía “Telas”, con la cual cosa a ella le tocaba ir a “Los Bloques” a pillar.
- Tía, yo no sé donde ir a pillarlo, siempre vas tu. Además, tú conoces a más gente que tiene de eso- me dijo Brunny con el morro torcido.
- Vale, pero me debes 6 euros, porque voy a pillar dos talegos de los que antes vendían en pesetillas, y sabes que no voy sobrada de dinerico, así que cuando puedas, afloja la pasta, bandida.
- Silencio señorita González y señorita López. O se callan o las expulso de la clase.
La verdad, la clase de literatura castellana nos era a ambas completamente indiferente. Lo que la Sargento Calero nos explicaba estaba igualito en el libro y nosotras ya estábamos informadas sobre el romanticismo desde que leímos las Rimas y Leyendas de Bécquer.
Tal vez debería hablaros de la Sargento Calero, Führer del Cuarto Reich, pero será en otro episodio.
Bajo el toque de atención, nos callamos y hacíamos cómo que escuchábamos. No podía ver a Brunny porque se sentaba justo detrás de mí, pero sí podía imaginármela dibujando a bandas de black metal por doquier, ideando su indumentaria y diseñando logotipos. A veces también le daba por inventarse personajes para cómics, pero últimamente, la música oscura le tenía sorbido el seso (un poco).
Riiiing!
El timbre nos brindó la libertad y cogiendo sendas mochilas, nos juntamos en el pasillo.
-¿Llevas pasta?- yo solo llevaba un par de monedas y un billete de 10€ que eran para el costo y lo que se terciara de emergencia, y también llevaba algunas moneditas sueltas.
-Algo. Mira, incluso tengo aquí una carta de Magic- y la muy perra se sacó la carta de La Yegua del Trueno.
-Te la compro. ¿Cuánto quieres?
-Freaky, no pienso dártela, todos sabemos que la carta de La Yegua del Trueno es dificilísima de encontrar y que cuando entra en juego, gira a todas las otras criaturas.
-Ya, pero de fuerza sólo tiene cinco, igual que de resistencia. Incluso diría que puedes regalármela.
-Oye tía, que soy de i;%nu&kp%ol, pero no soy tonta- y volvió a guardarse su carta en la billetera.
Resolvimos nuestra disputa por la repartición de tareas, decidiendo que iríamos ambas a hacerlo todo.
Salimos del instituto y dirigimos nuestros pasos a La Festa, la tienda de disfraces y chorradas que está en la Plaza Ricard Vinyes. Nada más entrar, Brunny empezó a mirar y a toquetear y enseñarme todos los artículos de despedida de soltera: penes de plástico, delantales que simulan la desnudez, ligueros de broma, plumeros, piruletas con forma de vagina, pollas bailarinas, muñec@s hinchables, etc.
Entre tanto, yo me quedé mirando toda la variedad de cacas de mentira de sabor mentolado y pensando en que cosas malas podíamos hacer con eso. Se me pasó por la cabeza que podíamos ponérsela en la silla a la Sargento Calero, solo para ver la expresión de su rostro torturado por tal visión escatológica. Me reí para mis adentros y mientras pensaba en gilipolleces y usos que le daría a una de esas mierdas de pega, el dependiente nos habló:
-¿Buscáis algo en especial? Como podéis verrrr tenemos una amplia gama de arrrrtículos de fiesta y brrrromas.
El hombre hablaba de una forma como mística, como si fuera un prestidigitador en su intimidad y nos hiciera un guiño para que le preguntáramos si había viajado con muchos circos a lo largo y ancho del mundo. Marcaba mucho las erres, como si simulara un acento austrohúngaro. Debía tener sus 45 años, aunque plasmaba a la perfección la sonrisa, entre pícara y maléfica de un niño que comete travesuras cuando papa y mama no miran. Su rostro era simpático y colmaba su cara con un bigotito muy bien recortado, estilo garçon bohemio francés.
-Monsier Houdini, queremos dos botes de spray para pintar sobre tela: uno de color rojo y otro de color negro. Y deme también un par de botes de pintura, de los pequeños, también rojo y negro.
El hombre entró en el almacén. Brunny seguía riéndose y tocando todas las figuritas de penes que llenaban prácticamente dos estanterías. Entonces, mi vista se posó en unas cápsulas de sangre, de esas que te metes en la boca y se deshacen con la saliva, haciendo un efecto sanguinolento de lo más cutre. No me extrañaría que Michael Herzt y Lloyd Kaufman usaran esa mierda para sus primeras grabaciones en la TROMA.
Houdini volvió con todo lo que le había pedido y a la hora de pagar le pedí que me incluyera en la compra un paquetito de aquellas cápsulas de sangre falsa, que costaban justo lo que llevaba de suelto en mi monedero.
Brunny se acercó al mostrador y sacó la carta de Magic de La Yegua del Trueno. Yo sé que no hizo ese gesto porque buscaba la tarjeta de crédito o algún billete. No, lectores, no. La muy perra la sacaba para picarme.
-¿Piensas pagar con una puta carta del Magic?
Después de haber dicho eso, me arrepentí. Brunny me echó tal mirada asesina que se me debió fruncir el ceño de puro terror. Parecía que sus ojos se hubieran vuelto amarillos y que de su sonrisa, salieran un par de colmillos goteando un extraño líquido.
-Mira tía, cállate ya con la mierda de carta de La Yegua del Trueno o te quedas sin una puñetera pancarta para la manifestación.
Tragué saliva y asentí. De todas formas, ella era la que pagaba, que más me daba a mí si lo hacía con un billete de Monopoli, con uno de €uro o con una carta de Magic.

6 comentarios:

Daniel Muñoz Vera dijo...

Pero... ¿esto es una crónica, está "inspirada" en hechos reales, o es pura fantasía?

En cualquier caso, promete. A pesar de las numerosas menciones a las drogas, un recurso que nunca he sido capaz de aceptar.

Anónimo dijo...

De igual manera me parece algo nuevo/distinto/interesante/"ponga aqui su sinónimo".

En serio, espero que esta criatura se desarrolle y os coma vivos a tod@s.

Rock on.

El Hombre Gris dijo...

Esto... ¿y si te digo que la yegua del trueno se puede comprar a 1 euro? XD

Mademoiselle Fox dijo...

Lo sé, pero pierde su gracia ¿no crees? Además, creo que después de que este blog se haga mundialmente famoso, la carta de Thundermare se revalorizará tanto que solo la podrás adquirir en subastas...

Noktus dijo...

Tengo que dejar un comment.

LA verdad es que me está gustando.

Anónimo dijo...

jajaj vaig a continuar llegint, l'he trobat molt divertit i lo de la Calero..quin puntasso. "Este...este era un pillo.."