domingo, 17 de febrero de 2008

CAPÍTULO 10 de la 1ª temporada

Después de mi flipada sobre la marihuana y de andar media hora a ciegas buscando alguien que quisiera hacer una ensalada de hierba y costo, me rendí y volví al bar a buscar a Brunny.
Me la encontré allí donde la había dejado.
-¿Quieres seguir hablando con él?- le pregunté refiriéndome a Nok y sin que él nos oyera
-No, creo que por hoy ya está bien
-Oye, me lo tienes que contar todo ¿eh?- le seguí diciendo flojito y me dirigí al chico- Oye, Nok, lo siento, pero me la voy a llevar ¿vale?
-Vale, os veo otro día- nos dijo
Entonces vi que Brunny le daba al señor psicobilly de la perilla, un papelito a escondidas de mí.
Nada más salir del bar, me dispuse a interrogarla de manera apabullante, pero la tía me paró los pies haciendo un gesto de sellarse la boca con una cremallera. ¡Mi colega había estado ligando y no me lo contaba! Me dispuse a no rendirme hasta saber algo, aunque solo fuera un dato de nada. Saqué la piedra de costo y me puse a quemarla…
-No vas a comprarme con eso, Foxy- se percató
Yo pensé para mis adentros “¿Ah, no? Ya lo veremos putaza”, pero le respondí con el gesto de subir los hombros en plan “Pues vale”.
-Pero si podrías comprarme con una birra en cualquier otro lugar- sentenció
Fuimos entonces al Loch Ness, que es un pub musical que hay en la zona de Los Vinos Nuevos de Lleida, en el Carrer Sans i Ribes, bajando del Carrer Sant Martí.
Yo pedí un Martini con limonada y ella una birra y sentamos nuestros culos en una esquina del pub mientras la gente bailaba allí como en una lata de sardinas.
-Bueno, me lo cuentas o tengo que esperar mucho más…- me impacienté porque me estaba entrando la morriña de la fumada
-Pues la verdad que solo he estado haciéndome la interesante porque no llevo demasiado dinero…- bebió entonces un poco de la birra que me había cobrado mientras yo le echaba una mirada con cierto reproche. Luego, en plan disculpas, siguió – bueno, algo te cuento igual, tía, tranqui… Hemos estado hablando de tontadas todo el rato.
-¿Cómo de tontadas?
-Pues eso, tía, tontadas. Es que ha sido una conversación de lo más inocente, ni siquiera sé si ha notado que estaba intentando ligar: me ha contado cosas de conciertos, del ambiente de siniestrillos, cosas raras que le han pasado, historias del Iker y del Más Allá… Y yo le iba respondiendo con chorradas también, yo que sé, anécdotas que se me ocurrían con lo que me contaba… Vamos, ha sido como un intercambio de historias para no dormir… Solo que, claro, no he podido enterarme de casi nada de él… Al menos le he apuntado mi número de móvil, no me atrevo a llamarle yo. Si quiere algo, está bien así.
A veces mi amiga podía ser ese tipo de persona: “si me llama y quedamos, puta madre, si no, me haré la dura”. En el fondo se moría de ganas de que Nok la llamara, pero no me lo iba a decir ni a mí (además, ella ya sabía que yo lo sabía).
Después de tomarnos sendas bebidas, salimos del pub y fuimos a la Plaza Ricard Vinyes a hacernos el último porro del día. Estábamos allí, sentadas frente a La Festa… Habíamos estado allí hacía apenas dos días y parecía que había pasado una eternidad. Ya casi me había olvidado por completo del asunto de la pancarta, e incluso me había acostumbrado a la cara de Brunny con su Corpse Paint.
Mientras le daba las primeras caladas al canutillo, me puse a pensar en lo largo que había sido el día. Ese 15 de Febrero del 2003 no parecía que tuviera que llegar nunca a su fin. Entonces se nos acercó una figura misteriosa. Saqué el mechero para ofrecérselo, porque obviamente o quería fuego o pedía limosna o quería saber que hora era.
-Tatarará, tararatatatata…- empezó a cantar – Veo aquí a dos señoritas algo aburridas de la noche…
-No intente llevarnos al huerto señor, somos dos inocentes muchachitas…- digo Brunny socarrona.
Yo que iba un poco fumada, me quedé observando la situación como si estuviera dentro de una película. Pese a no distinguirle lo más mínimo en la oscuridad, me pareció que aquel hombre me era conocido o, como mínimo, me sonaba. Según se nos fue acercando pudimos vislumbrar quien era: Leslie Nielsen.
Sí, no creáis que era alguien con el mote de Leslie Nielsen o que se le pareciera. No, era el Leslie Nielsen auténtico, pero no era la primera vez que le veíamos en nuestras fumadas.
-¡Hombre Leslie! ¿Cómo lo llevas?- le saludé extendiéndole la mano para una apretón- ¿No ha venido hoy contigo Ben Stiller?
Brunny me miró como extrañada, pues ella había empezado a entablar una conversación con él pero no iba lo suficiente morada como para visualizarlo. Así pues, le dio unas cuantas caladas de las suyas al porro…
-Hey Leslie, que no te veía…. ¿Qué nos traes hoy?
-Libros mujercitas, libros…- digo sacándolos y extendiéndolos a mi lado en el banco donde estábamos sentadas. Extendió un montón de libros y me tendió uno para que le echara un vistazo.
- Luces en el parque… ¿De qué va? – pregunté intrigada.
-No lo sé, me lo dio un tipo que pasa a veces por aquí
-¿Me lo puedo llevar?
-Sí, te lo cambio por un beso en la mejilla
Entonces levante mi culo y le di un besito a Leslie Nielsen, que me dio de regalo: un VHS grabable que contenía la película de Re-Poseída [ver vídeo]. Le di las gracias. Brunny prefirió no coger nada aquella noche porque no le apetecía llevar nada en las manos.
De camino a mi casa me encontré al Ramón Borrás, el profesor de plástica del instituto. Era un hombre pequeñito, una mezcla entre Danny DeVito y Carlos Lasarte (el médico loco de Los Sin Nombre de Jaume Balagueró), un poquito más moreno que este último. El tío vestía un chándal rosa fucsia horrible y pareció no verme. Le seguí con la mirada por Paseig de Ronda y me pareció que se dirigía corriendo lo que sus cortas piernas le permitían, al Restaurante Chino Palacio Oriente que hay en la Calle Vallcalent. ¿Qué iría a hacer allí? De lejos pude observar que mucha más gente se acercaba hacía el mismo lugar.
Mi primera reacción fue la de acercarme yo también, pero la fumada y el cansancio no me lo permitían. Además, solo tenía ganas de llegar a mi casa, acostarme en mi cama y empezar a leer el librito que el señor Nielsen me había dado.
Cuando llegué, abrí la puerta con sumo cuidado, para que nadie se despertara. Mi casa olía a pino desde hacía una semana. Había estado buscando el aparatito del ambientador para cambiarlo por el de lavanda, que es un olor que me gusta mucho más, pero no había dado con el paradero del dichoso ambientador y, además, ya me estaba empezando a acostumbrar.
Entré en mi habitación, me puse el pijama y me metí en la cama con el libro entre mis manos. Abrazada a mi osito Pepo, me puse a leer ávidamente, pero no duró mucho la lectura, ya que me quedé sopa a la tercera línea.

4 comentarios:

Mademoiselle Fox dijo...

Perdonadme querid@s,
este capítulo es más larguito... lo siento... Bueno, así sirve para compensar con el anterior, que era más corto.
Espero que no os disguste demasiado...

Unknown dijo...

¡¡¿Qué importa?!!
Sale el jodidamente genial puñetero Leslie Nielsen.

Y el resto está bien también.

Alstan dijo...

Totalmente de acuerdo. Leslie tiene un 93% de deidad, el 7% restante se lo quito por repetirse en exceso.

Recuerdos a Pepo

Anónimo dijo...

Leslie nielsen joder que mito... Solo faltaba que nombraras al gran Lloyd Bridges y ya se me hubieran puesto los huevos de corbata.