miércoles, 7 de mayo de 2008

MAX - Capítulo 7

Había perdido a Max de vista y había bebido bastante. Mi nivel de simpatía se veía incrementado gracias a mi porcentaje de alcohol en sangre. En ese estado me dedique a preguntarles a conocidos y desconocidos si habían visto a Max.
-Oye tu, ¿has visto a Max?- le decía a espaldas fornidas y torsos musculosos que respondían con miradas hostiles.
Salí del bar. Buff, el aire estaba devolviéndome un poco a mi estado natural.
-Ei ¿has visto a Max?
-¿Quién es Max?
-El tío con el que he ido a cenar… ah, claro, tu no sabes nada…
Ni siquiera le había mirado, pero su voz me sonaba
-Ah, tu eres el chico aquel… el amigo de los niños y de las niñas
-Tía ¿qué dices?
Era John, el chaval freaky que había visto en el Trivial aquel viernes en que Veruka truncó mis planes de ligarme a Max
-Veras… intentaré explicártelo
John siguió caminando a mi lado mientras yo farfullaba palabras de las cuales él no entendía un carajo. A veces, cuando bebo, me da por hablar raro, y en aquel momento creo que no se me entendía en absoluto. Tenía la boca tan seca que me parecía estar mascando mi propia saliva.
-Max mola, pero me temo que es un guaperas hijo de perra como todos ¿sabes?
Y al decir esto di un traspié que me hizo perder el equilibrio. Por suerte mi acompañante era rápido y pudo cogerme, aunque no a mi bolso. El chaval no carecía de reflejos, pero solo tenía dos brazos y yo peso lo suficiente para requerirlos ambos.
-Mmmhh…estas fuerte- dije atontada por la corta distancia a la que nos habíamos quedado.
Podía notar su nerviosismo por cada poro de su piel y, su respiración me daba justo en la frente. John olía bien.
Miró un momento hacía el suelo sin soltarme:
-Creo que voy a llamarte Ele
-¿Porqué?
-L es la inicial de Laura. Porque te llamas Laura ¿no?
-¿Quién te lo ha dicho?- me desaferré de sus manos, indignada
-Tu DNI… Se te acaban de caer todas las tarjetas de la cartera al suelo junto al bolso
Miré hacia abajo yo también. Acaba de hacer un ridículo espantoso y el chico tampoco merecía aquel trato. El tío guai con el que había quedado para cenar se había dado a la fuga sin dejar ni rastro. ¿Era ese su sistema de seducción?
De todas maneras yo no iba a quedarme sola como Veruka el día del ataque del perro, así que decidí quedarme con John e intentar convencerle de que me acompañara a casa de nuevo y ver si esta vez me llevaba un beso de buenas noches.
-¿Tienes un cigarrillo?-pregunté y seguidamente, le expliqué que se me habían acabado montándome una historia épica para no tener que confesar que iba tan borracha que había perdido mi paquete.
-No, no fumo
-¿Y que clase de seductor estas hecho si no fumas?
-Jajaja, no pretendo seducir a nadie, la verdad…- mintió poniendo cara de interesante, que le quedó más bien payasa
Si el podía hacerse el interesante, yo también. Además, cuando bebo tiendo a ponerme chula y algo estúpida. No tengo muy buen beber, la verdad.
En estas circunstancias, me alejé de John y me dirigí a un grupo de hippies que pasaban por la calle. Me acerqué a uno de ellos que llevaba unas rastas monísimas y tocándole el brazo en plan “estoy super buena”, le pedí un cigarro.
Pude ver por el rabillo del ojo la cara de decepción del freaky que me había salvado de besar el suelo unos momentos antes. No fue pena lo que sentí, más bien arrepentimiento; así que le pedí al hippie un segundo cigarro y volví donde estaba John, que, curiosamente, había recogido mi bolso del suelo.
-Gracias… ¿fumas conmigo?- le pedí- me siento un poco mal si fumo sola…
-Claro, no me importa, no me voy a poner a toser como un crio con su primer cigarro.
Entonces nos sentamos en un portal y encendimos sendos filtros de nicotina.
John fumando parecía mucho más interesante de lo que ya era.
-Deberías fumar más a menudo… pillarías más- sugerí
-¿Y quién te dice a ti que no pillo?
Entonces, como una vorágine visual, el mundo empezó a rodar bajó mis pies. Me estaba mareando y tenía unas ganas horribles de vomitar. El chico debió notarlo y me preguntó si me encontraba bien. Me estaba dando el bajón etílico, allí en medio de la calle y, aunque no era la primera vez que arrojaba en la vía pública, me daba un poco de corte hacerlo delante de aquel semi-desconocido.
-Oye, vivo cerca de aquí… ¿quieres subir y tomar algo con azúcar?- propuso.
Eran pasadas las tres de la madrugada y estábamos un poco lejos de las zonas de bares que aún quedaban abiertas, así que asentí con la cabeza pese a que sabía que no iba a poder estar mucho rato sin echar la papilla.

1 comentario:

Mademoiselle Fox dijo...

John mola mogollón!!!