miércoles, 7 de mayo de 2008

MAX - Capítulo 8

Después de vomitar justo en el portal de John, subimos a su casa. Me dijo que no me preocupara por nada, me lavó un poco el pelo y la cara y, me prestó una camiseta suya para que me cambiara.
Ante tantas atenciones, rompí a llorar de ternura en el sofá de su salita de estar.
-Soy una miserable… no merezco que me trates tan bien
-No, simplemente eres joven… -me calmó- yo también hacia esas cosas a tu edad
-Ni que fueras mucho mayor que yo - seguí sollozando.
Después de que el muchacho tuviera en el portal de su edificio mi cena entera, ya se había creado un vínculo de confidencia o complicidad entre nosotros. Con este ambiente me sentí con ganas de explicarle mis suposiciones acerca de Max, mi actual ligue fallido. No tenía más que ilusiones frustradas e idilios truncados. Y además de eso, parecía que todos mis amigos se habían puesto en contra de mi aventura sentimental con Max. Pablo decía que no era trigo limpio; Roselyn, que no merecía la pena a pesar de ser un sex simbol; el Máster opinaba que era una perdida de tiempo. Solamente yo parecía apoyar a Max… Esta situación desesperada requería medidas desesperadas como contarle a alguien que apenas me conocía, todo lo que llevaba días tragándome.
-Lo que yo haría en tu lugar es buscar a ese tal Max y decirle claramente que quieres deshacerte de tu virgo.
-¿Qué te hace pensar que soy virgen?- me ruboricé
-Nada, déjalo… no es preciso que lo discutamos ahora… relájate y descansa un poco. Luego te acompañaré a tu casa.
Y sorprendentemente no insistí más. Yo, que nunca me quedaba con ninguna duda, apoyé la cabeza sobre el reposa brazos del sofá y fui apalancándome paulatinamente. No quería irme a mi casa. En aquel sofá, con aquella luz tenue anaranjada de la salita de John, me sentía tan a gusto y tan protegida, que último que deseaba era irme a mi casa.
No le dije al chico que pensaba quedarme por no mostrar de lleno todo mi morro al hacerlo, pero lo di por su puesto, y él parecía darlo también.
-Voy a contarte una historia, como a los niños pequeños…
-Aham…-asentí en duermevela
- Erase una vez una niña que llevaba su cesta llena de sentimientos, amor e inocencia. Se paseaba por el bosque para derramar parte de esa energía positiva por donde quiera que pasara…
-¿No es un poco la Caperucita Roja en rollo existencialista?
-Sí. ¿Me dejas seguir?
-Sí, perdona- dije volviendo a colocarme en el reposabrazos.

-La niña no sé dirigía a ningún lugar en concreto, pero pretendía cruzar un bosque y dejarlo impregnado de su esencia. Iba cantando alegres canciones que empezaban como un “hola” y terminaban como un “adiós” cuando, un ser que parecía un galán se cruzó en su camino.
-¿A dónde vas querida niña?- dijo con su voz de Humprey Bogart
Aquello me hizo sonreír. Imaginé a Bogart en blanco y negro, con su mítico cigarrillo y su cáncer de pulmón hablando con una inocente niña. Dejando volar mis pensamientos me perdí parte de la historia.
-Dame la mitad de lo que llevas en tu cesta y te mostraré el bosque en todo su esplendor para que puedas repartir tus sentimientos a lo largo y ancho de la espesa arboleda.
La niña accedió y después de seguir al galán durante un rato, se dio cuenta de que seguía los pasos inexistentes de una visión que se había desvanecido.
La pobre muchachita se vio así perdida entre matorrales y ramas que hacían el paisaje cada vez más hostil. Ella, que pretendía repartir su amor y su inocencia por aquellos lares, se encontraba desamparada con el contenido de su cesta lo suficiente menguado como para no tener valor para hacer otra cosa que esperar.
Sollozó, lloró y gritó, sorbiéndose los mocos como solo los niños saben hacer. Alguien debió oírla, pues el agricultor de unas tierras cercanas al lugar donde se hallaba la muchacha, se acercó para ver que sucedía.
-¿Estas bien?-preguntó el humilde hombre.
-No… un señor acaba de robar la mitad del contenido de mi cesta, estoy perdida y muy lejos de mi casa y ya no sé que hago aquí.
-Tranquila pequeña, yo te ayudaré. Aquí donde me ves soy el príncipe azul y acudo siempre a las llamadas de las damas en apuros como tú.
-¿De veras me ayudará?- se sorprendió la niña.
Debía fiarse de él si quería salir de allí, no le quedaba otra. Este príncipe azul no era apuesto ni galán ni caballeroso como el otro hombre que ni siquiera le había dicho su nombre. Además, su nuevo compañero no le había pedido nada a cambio de su ayuda, así que la muchacha no tenía mucho que perder… excepto la vida.
“No te fíes, no te fíes” decía una voz en el interior de la niña que paso a paso se sentía más asustada. El hombre caminaba tranquilo frente a ella abriéndole el camino y mostrándole los claros de luz que quedaba entre los arboles para que el temor de la muchacha menguara.
Paso a paso y casi sin darse cuenta, la ropa de la niña se le había quedado pequeña y los zapatos, ya casi rotos de tanto caminar, le apretaban en las puntas de los pies. Estaba creciendo a un ritmo vertiginoso.
Cansada, decidió proponerle al príncipe azul un alto en el camino. Estaba oscureciendo y el bosque parecía no tener fin.
-John, el cuento empieza a darme miedo… Además, no me gustaría en absoluto que el príncipe azul fuera un pederasta…
-¿Siempre eres tan impaciente con todo? Espera al final de la historia
-De acuerdo…- me resigné. La situación era agradable y el chico con el que estaba recitaba de una manera tan especial que, realmente, me sentía una niña escuchando un cuento.
-A ver, por dónde iba… Ah sí.

Estaban el príncipe azul y la chica, pues ya había dejado de ser una niña, sentados en un claro cuando oyeron ruidos extraños y sintieron una presencia cercana. El príncipe se levantó para proteger a nuestra protagonista de cualquier mal.
Entonces, un lobo enorme saltó sobre el hombre y ambos se enzarzaron en una cruenta batalla a vida o muerte.

John se quedó callado.
-No quiero interrumpirte, pero… ¿qué pasó?
-El príncipe azul murió
-No, eso no puede pasar
-Vamos Ele, ya no eres una niña ¿no?
Bajé la mirada. ¿Lo era? Tal vez sí. Me perdí en mis pensamientos sobre las metáforas de la historia.
-¿No quiere saber la niña lo que le pasó al lobo y a la muchacha de la cesta?
-¿Te ríes de mi?- estaba empezando a cabrearme.
-Sólo un poco. Creo que después de que me hayas decorado el portal con tu cena estoy en mi derecho. En fin, lo que pasó fue lo siguiente.

El lobo se convirtió de nuevo en el galán que había seducido en primer lugar a la niña con la promesa de ayudarla a cruzar y conocer el bosque. Entonces, en un último aliente de vida, el príncipe azul se levantó y le rompió el cuello, para caer luego muerto junto al cadáver de su enemigo. La chica, que ya no era una niña, se quedó atónita mirando la escena mientras su cesta se llenaba y se llenaba de todo el sentimiento y el amor que llevaba en un principio, aunque faltaba la inocencia, que ya nunca recuperaría.
¿Te preguntarás porque volvió a llenarse la cesta de esa forma tan mágica? Pues bien, el sacrificio que el desconocido príncipe azul había hecho por la chica, volvió a henchirla de fe en ella misma y por lo tanto también, le devolvió sus sentimientos y su amor.

Yo ya me hacía la dormida. No quería que después de terminar el cuento, se acabará también mi estancia en casa de John.
Oí como él se levantaba de su sillón y se iba a la habitación. Volvió con una manta y me arropó. Me pareció sentir que me miraba con cierta ternura paternal, pero como tenía los ojos cerrados y, la verdad, ni me apetecía ni me atrevía a abrirlos, no lo pude comprobar.

5 comentarios:

Kalitro dijo...

John me caía bien hasta que se ha idealizado a cotas absurdas.

Lo del cuento sobra sobremanera.

Anónimo dijo...

Loca niña de las tierras de las nieblas y los arboles... jajaajaja, estic viu pero tinc fred... Que passa per tu casa?

Mademoiselle Fox dijo...

Me da igual que a la gente no le gusten los personajes idealizados y perfectos. El capitulo, con la historia entremedio, esta narrado de puta madre.
Y a quien no le guste... que no piense en tetas (ya nos entendemos)

Virg, carinyet meu, aquest dissabte toquen els Destruction a Lleida. No te pots imaginar lo que te trobaré a faltar quan soni Metal Discharge...
Un petonet cap a Letonia!!

Alstan dijo...

LOL Yo me he imaginado a Humprey Bogart, y al lado un cigarrillo y un cancer de pulmón hablando a la niña.

Respecto a los personajes... no te voy a decir como hacer tu blog, me limitaré a disfrutarlo como hasta ahora.

Pues eso, shine on

Anónimo dijo...

me gusta john.