viernes, 11 de julio de 2008

Summer Edition - CAPÍTULO 8

El día de mi cita con el editor había llegado demasiado pronto, casi inesperadamente. El sábado amaneció despejado en la ciudad, cosa extraña. El hombre del tiempo había hecho un pronóstico de chubascos a lo largo de todo el fin de semana, especialmente había aventurado borrascas en la zona del poniente de Catalunya.
Mis padres llamaron por la mañana desde algún lugar de La Mancha de cuyo nombre no puedo acordarme, pues en el momento de coger el teléfono, aún estaba yo medio zombie porque acababa de levantarme.
Después de preguntarme qué tal estábamos, interrogarme sobre el perro y un etcétera de cosas que te dicen los padres cuando te quedas a cargo de la casa y del resto de la familia, me desearon unos buenos días y se despidieron.
Se me había olvidado comentarles la cita que tenía con el editor… Daba igual, ya se lo diría cuando volvieran y el asunto no fuera motivo de mofa para ellos y se convirtiera en un tema de adulaciones varias, un tema real.
Cogí mi bicicleta y me fui con ella a comprar el pan. Mi hermana seguía durmiendo cuando regresé. Empecé a preocuparme.
Me acerqué al sofá donde la había dejado durmiendo el día anterior y la miré. Al menos había cambiado de posición… Noté que respiraba y cruzó por mi mente la sombra de una travesura.
Ya había cumplido la veintena y, seguramente en cinco años o menos, aquello dejaría de hacerme gracia. Así pues, cogí el teléfono de casa y dejé el móvil de mi hermana a su alcance para que pudiera oírlo.
Pensé en una Barbie vieja, sucia y desnuda que mi madre aún guardaba en mi armario cómo recuerdo nuestro de infancia. Cogí la muñeca y, ahorcándola con una goma de pelo, la colgué del pomo de la puerta y me escondí en el armario de mi habitación. La llamé desde el teléfono fijo y empezó a sonar la dichosa musiquita del tema Shut your mouth de Pain, que Silvia tenía establecido como tono…
-¿Mmnnyyysssiii?- contestó mi hermana todavía dormida
-Silvia… Silvia… - susurré con jadeos emulando los conversores de voz de las pelis de terror.
-¿Quién es?- empezó a cabrearse…
-Ayúdame hermana…- ahora había dejado de ser el psicópata que se mete en casa de la víctima, para convertirme en el espíritu perturbado que persigue a un familiar…- Ayúdame.
Pude oír las uñitas de mi perro acercándose a mi habitación por el pasillo y supuse que iría acompañando a mi hermana, que al llevar calcetines, hacía de sus pasos algo inaudible. Decidí callarme por miedo a estropear toda aquella “bromita” improvisada.
-¡Prohibido dar sustos! Sino, se lo diré a mamá- amenazaba Silvia mientras se acercaba más y más a mi trampa.
Entonces noté como una mano, una mano huesuda clavándoseme en el hombro. Al primer instante emití un leve suspiro, como cuando te asustas sólo un poquito… Pero aquella garra ejercía cada vez más presión y empezó a darme canguelo...
-¡AAAAHHH!
-¡AAAAAAAHHH!
Salí del armario profiriendo un grito digno de Fay Wray y, Silvia al verme gritando, gritó ella también, asustada. Nos quedamos las dos gritando al más puro estilo Janet Leigh en Psicosis… Los gritos duraron lo que nos aguantaron los pulmones, y Ked’s se puso a ladrar.
Yo miraba hacía el armario, señalándolo con el dedo índice… Mi hermana se acercó y me cogió de una mano…
-Hemos despertado a todos los vecinos… -dijo flojito, como si quisiera enmendar todo el rato que nos habíamos pasado creyéndonos divas del grito.
-Silvia, los vecinos ya están todos despiertos. Son las tantas del mediodía- le aclaré indicando con la cabeza hacía la ventana.
Entonces me acerqué al armario y toqué la garra verdosa que colgada de una manga negra en el armario. Al darme cuenta de lo que se trataba, me eché a reír. ¡Sólo era un disfraz de monstruo!
Recordaba haber usado aquel disfraz en una obra de teatro del instituto sobre los cuentos de Edgar Allan Poe…
-Joder… ¿me has pegado un susto de muerte por esto?- se quejó Silvia.
-Tía, pero es que la mano me estaba cogiendo.
-Anda, como va a cogerte si es un disfraz y dentro no hay nada…
-Pues tienes razón, pero juraría que me agarraba… enserio… Seguramente me lo habré imaginado.
Pasado un rato nos pusimos a hacer pasta para comer y después, con el estómago ya lleno, sí vimos la película de Los Chicos del Maíz.
Se me había ido el santo al cielo y no me había fijado en la hora… Llegaba tarde a mi cita con el editor.
Me vestí con una camisa y unos pantalones de raya diplomática. Me peiné lo mejor que supe y buenamente pude y corrí hacia el Antares.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero pobre Silvia, com se le pasa por la cabeza a la señorita protagonista despertar a la pobre niña del sueño, con lo boniiiiiiiiito que es dormir... Mala, mala eh

Anónimo dijo...

Yo quiero saber que te dirá el editor... joer...

Kalitro dijo...

Otra buena entrada. Los misterios se siguen acumulando.

Anónimo dijo...

madalain-fox-guitarrista-autodidacta!
va molar l'escapada nocturno-bohèmia d'ahir.. encara que curta, crec que surrealista com la majoria :) y no por ello menos supergreat que de costumbre.
Diria que lo millor de la nit va ser... quan ens vam mostrar les tímides arrels de nuestros jamones maduros hohoho bueno, lo del rectorat també, claro. Assín i alfredo ftw!
El viernes nos espera un conejo, nena (H)
muah